A Diez Centímetros De Ti - Capítulo 3

CAPÍTULO 3
       Están todos. Los que Sara recuerda y los que no. Todos y cada uno de los que están ahí ya han ido a visitarlo al menos una vez.
       Es extraño, pero hay más gente de lo normal; Sara ha escuchado algo de que "fue hace varias semanas"
*¿Hace varias semanas que estoy así?*-se pregunta. Para ella, ha pasado rápido, pero a la vez lento. Allá donde quiera que esté, el tiempo, es relativo. En todo ese tiempo ha visto a los de su alrededor llorar a cámara lenta y salir de la habitación más rápido de lo que jamás había visto a alguien moverse. Pero bueno, todo allí es diferente; los sonidos, los colores... todo. Día tras día se pregunta en donde estará, sabiendo que probablemente nunca lo va a saber.
       Sara mira a su hermana, que lee algo en voz alta que, por lo que parece, va dirigido a ella.
*Cuanto me gustaría escucharte con mis oídos Marta...*-piensa.
       Cierra lo que serían sus ojos y se concentra, solo quiere escuchar a Marta... solo eso...
       Silencio. No oye nada, y eso la asusta.
-Te echamos de menos Sara, por favor vuelve, por favor...
*¿Marta?*
-Queremos verte sonreír como antes y bueno... que todo sea como antes,...
*¡Te oigo Marta! ¡Te oigo con mis oídos!*
        Y ya no se conforma con escuchar. Quiere verla; ver como mueve los labios, observar las caras de los que están ahí, a todos...
        Poco a poco nota sus ojos, siente sus párpados, como se mueve su pupila, la luz... La luz entra por sus ojos y la deslumbra, pero no le importa.
        Le cuesta enfocar, pero los ve. Ve las lágrimas de su madre, la cara triste de su padre, los ojos cerrados de sus amigos...
        Mueve la vista por toda la habitación y observa la máquina que marca los latidos de su corazón *biip, biip, biip,...* Su corazón... Cuánto le gustaría notarlo, sentir que está lleno de vida, en fin, notar los latido de su corazón...
        Con el mayor esfuerzo de su vida, su mano empieza a moverse...
-Y bueno, todos te queremos Sara, y queremos que vuelvas... -termina de leer Marta.
-Su mano... ¡está moviendo su mano!- grita alguien mientras Sara la acerca a su pecho.
-Hay que avisar a un médico, rápido.
Ahí está; lo nota. *Bum* alguien sale *bum* alguien llora *bum* alguien abraza *bum* alguien la toca...
~
-¡Sara!
       Están todos. Los que recordaba y a los que no.
       Me sonríen y poco a poco se acercan a mí para saludarme. Me dicen cosas como: "¡Sorpresa!" o "¿A que no te lo esperabas?" y yo, todavía con el asombro encima solo soy capaz de responder: "Gracias..." o "No, no me lo esperaba, muchas gracias"
-Así que por esto hoy te fuiste tan rápido ¿eh? Serás mentirosillo -le pico a Víctor. 
-¿Querías que te chafara la sorpresa? Yo creo que es mejor así... - me contesta riéndose.
-Bueno, mejor lo has hecho tú que estas dos malvadas que me han tenido todo el trayecto sin saber a donde íbamos.
-Con lo que te gusta a ti eso... -dice en tono irónico.
-Ajam -respondo mirándole con cara de "asesina".
       Termino de saludar a todas las personas que han venido a... ¿este picnic? Bueno, lo que me han organizado, y nos sentamos en las mantas que han colocado cuidadosamente por el césped.
-Ay como me conocen... -digo sonriendo mientras acaricio la hierba. 
-Bueno Sara, ¿cómo te encuentras hoy? -me pregunta Carolina. Es increíble ver como la mente logró olvidar a tantas personas en tan poco tiempo, y recordarlas en mucho más. Y todos, absolutamente todos han sido muy fuertes soportando a mi mente, que caprichosa, los olvidó. A Carolina, Lucía, Andrea, María, Pablo, Clara, Sofía y, aunque no lo crea, a Víctor; y todos, han sido fuertes.
-La verdad es que me encontraba genial, pero ahora muchísimo mejor -contesto-. Muchísimas gracias chicos.
-No hay de qué boba.
-Claro que sí, son los mejores...
         Empezamos a hablar; de cosas sin sentido, de temas importantes, de si ya no me mareo, de sus pocas ganas de volver a estudiar y empezar un nuevo curso, hablamos de todo. Reímos, nos ponemos serios, hacen muecas extrañas y graciosas, las devuelvo, volvemos a reír... Todo es como antes.
-Eh Pablo cuenta, ¿qué tal está Mario? -pregunto, sabiendo que se iba a poner rojo como un tomate.
-Genial, como siempre, mala persona -dice más colorado que la camiseta que lleva puesta-. Tía sabes que no me gusta hablar de él así, a lo público. Ay que vergüenza...
-Por eso lo pregunto -digo riéndome-. Me alegro de que esté bien. ¿Por qué no ha venido?
-Es que no sabía si te gustaría, aunque yo le dije que si, que te encanta, pero bueno, prefirió ni venir.
-Jo... Dile que es bobo de mi parte.
-Of course darling. Pero recuerda que es mío.
-No te preocupes... Tranquilo, no creo que ni que le guste yo, ni ninguna - digo riendo-. Además, estoy bien así.
          Miro a mi izquierda y lo veo. Me mira y le sonrío. Me besa la mano y apoyo mi cabeza en su hombro.
          La tarde sigue pasando, seguimos hablando y riendo, y yo sigo siendo inmensamente feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta todo lo que quieras, tanto bueno como malo; pero siempre respetando por favor.
Tus comentarios me hacen sonreír más que nada, gracias :)